martes, 4 de octubre de 2011

2 Octubre


En esos días se repartían aproximadamente seiscientos mil volantes diarios y se juntaba entre mil y dos pesos diarios. Además en los mítines relámpago ya no sólo hablábamos nosotros, invitábamos a los ciudadanos, al pueblo, a tomar la palabra. Con su lenguaje claro, directo, franco y decidido, nos expresaban su apoyo, que estaban con nosotros. Fue la época de oro del movimiento estudiantil de 1968, entre los primeros días de agosto y el 27 del mismo mes” recuerda Salvador Martínez de la Roca, “el Pino”, según consigna la escritora Elena Poniatowska.
Vale la pena la cita, debido a que el 2 de octubre del 2011 en Michoacán, vivimos un proceso electoral para renovar poderes y autoridades municipales y francamente, no se vive, ni en lo más mínimo una  ebullición semejante al octubre de 1968.
¿De donde surgía esa gran capacidad de movilización? ¿De dónde ese espíritu contestatario e irreverente?
Di por qué, dime Gustavo,
Di por qué, eres cobarde,
Di por qué, no tienes madre,
Dime Gustavo por qué…
En obvia alusión al Presidente Gustavo Díaz Ordaz,  Era uno de los canticos favoritos en las marchas de ese movimiento social, luminosos y  terrible del 68 en México.
En palabras del hoy icono panista Diego Fernández de Cevallos, a la sazón líder de las juventudes del PAN “el movimiento tocó al fin uno de los tabúes de México: el Presidencialismo” (en un discurso pronunciado en CU el 20 de agosto de 1968, según nota de El Universal).
Es cierto, un fantasma de rebeldía recorría el mundo; en nuestro país, se afirmaba que “Cárdenas fue el último presidente que gobernó para los pobres” lo que  implicaba que la Revolución mexicana había sido traicionada por lo menos desde los años 40´; para confirmarlo ahí estaba Los Olvidados de Luis Buñuel; o la obra de los jóvenes escritores Octavio Paz y Carlos Fuentes que narraban un laberinto de soledad o la muerte de Artemio Cruz; paradigmas del hombre nuevo en el Che Guevara y su alto sacrificio personal por despojarse del egoísmo individualista, que engendraba las diferencias de clase.
La rebeldía era la marca distintiva de esa generación y su blanco favorito, el sistema político mexicano.
Tal vez, está sea una de las explicaciones a la energía renovadora del octubre mexicano. Otro aspecto complementario, era la comunicación
El lenguaje oficial (priista en ese momento, lamentablemente en la actualidad plural) era sinónimo de solemnemente falso, autocomplaciente, vacío, demagógico.
 Las palabras en boca juvenil adquirieron carácter definitorio: miedo, obreros, liberación, charrismo, campesinos, explotados, diputados, gobernadores, peleles, impuestos, caciques, empresarios, explotadores, gobiernistas, burócratas,mentira,  etc.
Quizá todo en una excesiva visión de blanco o negro, pero colectiva, permeada, rebelde en una palabra.
Y hoy, ante la conmemoración obligada, vale la pena escudriñar en las lecciones del pasado. Para que los jóvenes que seguramente marcharán el día de hoy; los padres que ahora los observamos; los solemnes candidatos que hoy por doquier nos soliciten nuestro sufragio; los diputados; los presidentes municipales; y el gobernador en turno recuerden que el régimen democrático que hemos alcanzado, en gran medida se construyó con la sangre de miles de estudiantes muertos que la verdad oficial jamás ha rebelado.
Que para recuperar el crecimiento y la equidad, debemos olvidar las formas acartonadas de prometer demagógicamente y abrir la caja de pandora que es hoy la administración pública al público.
Al diálogo público, que ya en octubre del 68, miles de estudiantes reclamaban como forma de gobierno.
Sólo de esa forma, podremos afirmar que ¡el 2 de octubre, no se olvida!

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